Seis normas para preparar su infarto; cúmplanlas al pie de la letra y pronto su corazón dejara de latir...
PRIMERA.
Su trabajo antes que nada. Los asuntos personales son secundarios. Entréguese de lleno a su trabajo, piense solo en producir, esta es su clave. Usted tiene que ser un hombre o mujer de éxito... !aunque lo disfrute en el cementerio!
SEGUNDA:
Vaya a su oficina los sábados por la tarde. Nada de descanso, nada de cine, nada de canas al aire. A lo mejor el trabajo del sábado le reporta algún dinero que le servirá cuando le de el anhelado infarto.
TERCERA:
Por las noches es peligroso ir a la oficina, lo pueden atracar, y es mejor que lleve el trabajo a su casa. Cuando todos duermen, usted puede trabajar a sus anchas.
CUARTA:
Nunca diga no a lo que piden que haga. Métase en todos los comités, consejos, comisiones, vaya a todas las reuniones. Demuestre que es el mejor!
QUINTA:
Usted es de acero, no tome vacaciones, ya las tomara cuando muera. El cementerio es un buen hotel de reposo. No hacen ruido.
SEXTA:
Si tiene que viajar, por su trabajo claro esta, trabaje noche y dia, ponga cara de angustia, no duerma, grite, trate mal a sus subalternos. Usted es el Jefe. Usted Manda. Todos sus empleados irán a su entierro...! pero para constatar que haya quedado bien enterrado !
"Aquí yace ...
De joven, gastó su salud para conseguir dinero.
De viejo, gastó su dinero para conseguir salud.
Sin salud y sin Dinero
Aquí yace ..."
Desconozco su autor
¿Qué es una mala vida y una buena vida? En esta entrevista
Valentín Valls, cardiólogo del Hospital Clínico de Barcelona, hace un agudo análisis de nuestro estilo de vida actual y aunque él solo se refiere a ejecutivos, nos lo podemos aplicar perfectamente la mayoría de los ciudadanos.
El doctor crítica el exceso de trabajo (más de 8 horas), el sendentarismo, la mala alimentación, la hiperactividad, no relajarnos, el mal humor, el poco tiempo para los hijos, el desequilibrio interno, el consumo de medicamentos (antidepresivos y ansiolíticos) y el vacío y esclavitud de vida que esto genera.
Es una alegría que sea un cardiólogo (y no siempre un
gurú de la autoayuda) quien nos recuerde nuestro
errores físicos, emocionales y espirituales y cómo solucionarlo. Ahora a aplicarnos el cuento para no dejar que sea el infarto quien nos de lecciones de Vida.
¿Cuál es el perfil de los directivos que acaban siendo sus pacientes?Suelen ser varones de unos 45 años cuya vida profesional está marcada por la hiperactividad, el estrés y la ansiedad. Si bien es cierto que ocupan puestos de mucha exigencia y responsabilidad, no saben, o no les interesa, llevar una vida más sana y equilibrada, una negligencia que les llena de hábitos nocivos para su salud.
¿Como por ejemplo?
Trabajan más de 10 horas al día -cuando lo recomendable es un máximo de ocho-, lo que atenta contra su salud a medio plazo. Además, se pasan muchas horas sentados delante de un ordenador, hablando por teléfono o asistiendo a reuniones, generándoles con el tiempo serios problemas de columna. Entre otros vicios, suelen fumar, beber y alimentarse rápido y mal.
De ahí que la barriga sea un rasgo bastante común…
Sí, pero también porque en general no suelen hacer ningún tipo de ejercicio físico -cuando lo sano es practicar deporte al menos tres veces por semana-, con lo que van acumulando grasa en la zona del abdomen, la mal llamada “curva de la felicidad”. Este michelín no sólo es una consecuencia clara de insatisfacción, sino que sube la tensión y el colesterol.
¿Alguna característica nociva más?
Sí. Malvivir de esta forma suele desgastarles rápidamente su energía vital, esclavizándoles a la hiperreactividad emocional y, en consecuencia, al mal humor crónico. Y al no buscar momentos para descansar, desconectar y relajarse, nunca consiguen recuperar la fuerza necesaria para seguir en la brecha. De ahí que suelan consumir diferentes ansiolíticos y antidepresivos, que, de paso, también les ayudan a combatir las noches de insomnio. Al ser incapaces de conciliar, muchos de ellos están separados y apenas dedican tiempo a estar con sus hijos.
¿Y qué consecuencias tienen todos estos hábitos?
Por un lado, afectan al corazón en forma de anginas de pecho, arritmias e infartos. Se dan casos de profesionales que han muerto en su propio despacho. También pueden dañar al cerebro, desarrollando trombosis o hemorragias cerebrales, que suele paralizar medio cuerpo de por vida.
¿Y por qué no cambian este estilo de vida?
Por vivir inconscientemente, lo que les convierte en autómatas que trabajan de forma mecánica, sin tener en cuenta las consecuencias que tienen sus acciones sobre su salud. Con el tiempo van encerrándose en un círculo vicioso, que casi les obliga a engañarse a sí mismos para evitar enfrentarse al vacío, la angustia y la tristeza que sienten cuando se encuentran cara a cara con su desequilibrio interno, sobre todo cuando están solos sin hacer nada.
¿Algún consejo más?
Tan sólo les diría que no dejen que el infarto se convierta en su maestro. Lo digo porque la gran mayoría de estos profesionales no cambian de actitud ni de conducta hasta que toman conciencia de las consecuencias de no hacerlo a través de la enfermedad. Pero llegar hasta este punto puede ser irreversible. De ahí que sea muy recomendable reflexionar acerca de la sostenibilidad que tienen tus acciones, preguntándose de tanto en tanto: “¿De qué sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?”. Es decir, qué importa lograr el éxito profesional si no te sientes feliz, en paz y con capacidad de servir y de amar a los demás.
Estamos comenzando éste nuevo año de vida que de alguna manera es un regalo, si bien es cierto que todos debemos trabajar dando lo mejor de nosotros, cuidarnos es nuestro mejor obsequio para ser realmente felices... prósperos y exitosos.
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