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Cambios... Vivimos en un mundo en constante movimiento



Nada permanece para siempre... hoy no es igual que ayer y es muy probable que el mañana venga repleto de nuevas situaciones completamente diferentes a las que hemos vivido hasta el presente, y así ha sido por siempre, un constante girar en un universo donde todo está en movimiento...
¡Está vivo ! ... ¡ Estamos vivos y somos parte de de el !

Nos puede suceder... De repente nos encontramos frente a una crisis de salud... o una crisis financiera... o una de fe; un ser querido ha muerto, una relación romántica ha terminado, un trabajo que una vez  fue tu carrera profesional termina evaporado... y ante cualquier circunstancia sea cual sea, estemos seguros de una cosa: Nada volverá a ser lo mismo.

Y...  nos puede invadir una tristeza profunda, a veces puede seguirnos la negatividad... porque ese cambio importante en la vida puede hacernos creer que hemos perdido el rumbo, que no vale la pena luchar por algo, o hacer las cosas bien, o ... una serie de inquietudes, interrogantes, desilusiones.. y ¿Qué hacer entonces?

Dejarnos morir... NO, lo que debemos y tenemos que aceptar es que "Cuando todo cambia... Todo cambia", tal como lo expone Neale Donald Walsch, autor del libro que lleva éste mismo título y autor de los libros "Conversaciones con Dios". (En su libro propone utilizar dos herramientas extraordinarias que combinan la psicología moderna y la espiritualidad contemporánea: la mecánica de la mente y el sistema del alma, para quienes puedan leerlo os lo recomiendo.)

Hay que volver a empezar, muchas veces desde cero, hay que seguir adelante, continuar nuestro camino pues los cambios en nuestra vida no van a parar,  el cambio es lo que es y no hay manera de cambiar eso, lo que SI podemos hacer es cambiar la forma de lidiar con el cambio, crearnos una nueva oportunidad de vida, recurrir a todas las experiencias adquiridas  y profundizar  en cómo estamos viviendo nuestra vida, para de esta forma aprovechar el cambio, reconsiderando las situaciones pasadas y enfocándolas desde una nueva perspectiva.

Os dejo con un cuento de Jorge Bucay  que leí hace años y ya os lo había puesto en el blog, nos sugiere cómo podemos cambiar la vida cuando la vida nos cambia, y siempre es para mejor.


El portero del prostíbulo

No había en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pago que el de portero del prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque sus padres había sido portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre. Durante décadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la portería se pasaba de padres a hijos.

Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones.

Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.

El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero.....
- Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceó - pero yo... yo no sé leer ni escribir.
- ¡Ah! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto...
- Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo...

No lo dejó terminar.
- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, esto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte.

Y sin más, se dio vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca había pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llegó a sí casa, por primera vez desocupado. ¿Qué hacer?

Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que esta podría ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.

Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada.

Tenía que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero recibido.

En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra.

¿Qué más da? Pensó, y emprendió la marcha.

A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.

- Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.
- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como 
me quedé sin empleo...
- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.
- Está bien.

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta. - Mire, yo todavía necesito el martillo-  ¿Por qué no me lo vende?
- No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula.
- Hagamos un trato - dijo el vecino- Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, total usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?.

Realmente, esto le daba un trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula. Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

- Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?
- Sí...
- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras. El ex - portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.

"...No todos disponemos de cuatro días para compras", recordaba. Si esto era cierto, mucha gente podría necesitar que él viajara a traer herramientas.

En el siguiente viaje decidió que arriesgaría un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes.

La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un almacén. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primer ferretería del pueblo.

Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferretería del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.

Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por qué no? Las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos.....

Para no hacer muy largo el cuento, sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí se enseñaría además de lectura y escritura, las artes y los oficios más prácticos de la época.

El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:

Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primer hoja del libro de actas de la nueva escuela. El honor sería para mí - dijo el hombre -.

Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.

¿Usted? - dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo - ¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir?

Yo se lo puedo contestar - respondió el hombre con calma -. ¡Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero del prostíbulo!.


Para terminar es cierto que... cambia mucho el cuento, no es lo mismo que tu quieras cambiar por una necesidad de búsqueda a que te hagan cambiar sin tu haberlo deseado, es un matiz importante, pero en cualquier caso, lo importante es que Si te cambia la Vida... seas capaz de cambiar tu la vida  en búsqueda de una nueva vida. 

La AUTO COMPASIÓN no es compatible con la evolución



La autoestima es la construcción que hacemos de nuestra persona a lo largo del tiempo, la imagen que forjamos de nosotros mismos de acuerdo a cómo nos han dicho que somos en nuestra infancia. Así, cuantas más veces nos hayan dicho que no podemos lograr algo, más veces nos sentiremos incapaces y crecemos con la convicción de no poder, lo mismo sucede si nos dijeron que no sabemos hacer bien las cosas, muchas más veces fracasamos... la lista de limitaciones y carencias ha sido extensa y variada, en general, esa lista nos ha sido dada, y la hemos aceptado pasivamente hasta llegar a creer que no teníamos talento, bondad, belleza, voluntad, inteligencia, habilidad, simpatía.... frases dañinas como: "No sabes lo que dices", "Lo vas a estropear", "Mejor que lo haga yo"... etc, etc, terminan por convencernos de que valemos poco, de que si actuamos de determinada manera las cosas nos saldrán mal, de que es mejor no hablar, no actuar, no moverte, resultado: a la larga, como un mal presagio, nos fueron condenando a equivocarnos, a aceptar parejas desafortunadas, amistades que no nos convenían, trabajos frustrantes en los que pasivamente, aceptamos "lo que nos ha tocado" por no creer en nuestras posibilidades de elegir, de decir no, de tener, de merecer...

 Ahora bien, de lo que hagamos con estos mensajes una vez llegada la edad adulta dependerá nuestra relación con nosotros mismos, con la gente que nos rodea y con la felicidad que podamos llegar a conseguir en la vida. No podemos ni debemos seguir identificándonos con ellos, no podemos ni debemos seguir aceptándolos sin analizarlos con objetividad, sin elegir. Autoestima no es sólo una cuestión de querernos a nosotros mismos o no, sino de cómo fuimos aceptados y queridos y de qué relación hemos establecido con nosotros mismos desde entonces. Si no fuimos aprobados, valorados o no nos estimularon nuestros logros, y hemos acatado esos mandatos, es probable que nuestra autoestima hoy sea algo baja. Es probable que estemos más inhibidos que otras personas, o que nos cueste en mayor o menor grado opinar, o mostrar lo que sentimos o deseamos realmente, incluso es probable que ni siquiera nosotros mismos lo sepamos bien, es probable que nos será más difícil decir que no, o decir que sí... también es probable que nos inclinemos a aceptar a la primera persona que nos mire bien, convencidos de que no somos merecedores de alguien más o de algo más, porque somos "tontos" o ... Y así vivimos en un pequeño espacio en el que sólo tenemos lugar para aceptar, acatar y resignarnos, mientras fuera el sol brilla, la gente se abraza y el mar ruge con fuerza.

 Pero nunca es tarde para que sepamos que la fuerza está en nosotros, para descubrirnos más allá de lo que los demás nos han dicho que somos y que hemos aceptado sin intentar mirar en nuestro interior.
Los pensamientos positivos pueden ayudarnos para que nuestra vida se transforme en aquella que soñamos.
Para alcanzar nuestros deseos es importante dirigirnos hacia ellos. Primero que todo, lo que pensemos y lo que hagamos deben estar vinculados, si no coinciden debemos detenernos y ver cómo estamos con nosotros mismos, comprobar si vamos por el camino correcto, porque si queremos llegar a la luna y está a nuestra derecha, es prudente que nuestros pasos no vayan hacia la izquierda, hacer coincidir el deseo y el camino elegido es optar por los pensamientos positivos, confiar en nosotros, generar autoestima, sólo si nos valoramos tendremos la fuerza necesaria para seguir el camino, de lo contrario nos daremos por vencidos.

Para que pensamientos y acciones sean coherentes y nos lleven a donde queremos, es bueno recordar los aciertos y aprender de los errores, en vez de quedarnos lamentando fracasos pasados que ya no pueden modificarse. La auto compasión no es compatible con la evolución. Recordemos las cosas que hemos logrado en la vida y los pasos que hemos dado, y... tengámolos presentes, de esta forma nuestra autoestima crece y se fortalece marcando caminos nuevos que nos conduzcan a nuestros deseos, es decir a nuestra verdadera esencia.

Hay muchos modos diferentes de reconocernos, y, sobre todo, de encontrarnos con aquellas partes nuestras que no sabíamos que podían existir en nosotros para engrandecer nuestro mundo interior. Comencemos a trabajar en nosotros y para nosotros, aprendamos a relajarnos, a visualizarnos con una imagen nueva...  fuerte, segura, con decisión y coraje, una nueva imagen que podemos crear, sin creencias limitantes, liberando los recuerdos más conflictivos que hemos tenido, los menos placenteros, dejándolos ir y sacándolos fuera de nosotros, mientras permitimos que fluyan a nuestra mente, a nuestros pensamientos imágenes de aceptación, independencia, tomando nuestras propias decisiones con seguridad, encontrando muchas posibilidades y viviendo con mayor autenticidad.

Escribamos un cuento... los cuentos liberan y nos hacen creativos, crear implica la posibilidad de tener diferentes respuestas para una misma situación, un cuento con sólo dos requisitos: que sea en tercera persona y con final feliz.

 Este artículo es una invitación a que tomes conciencia de que eres una persona valiosisima y que en cualquier momento puedes reivindicar tu dignidad. Rompe con las creencias limitantes que has aceptado a lo largo de tu vida, deja que los malos recuerdos acudan a tu mente y luego libéralos.

Por último es conveniente conocer que cuando tenemos nuestra autoestima en alto podemos:
- Aceptar las frustraciones - Aprender de los fracasos y enfrentarnos a la adversidad - Somos más independientes, tomamos nuestras propias decisiones y somos consecuentes con las mismas - Nos sentimos más seguros de nosotros - Tenemos mayor capacidad para expresar nuestros sentimientos - Encontramos más posibilidades de disfrutar - Confiamos en nuestra opinión y por lo tanto necesitamos menos de la aprobación de otros - Y... Vivimos con mayor autenticidad.

Cuando nos falta autoestima:
-Nos hundimos y cometemos error tras error - No sabemos que tenemos la capacidad de decir "No"
-Nuestros diálogos internos nos critican y desaprueban constantemente - Nuestros miedos nos hacen perder continuas oportunidades - Desconocemos nuestro poder de tomar buenas decisiones - Nos mostramos desvalidos y es así como nos ven los demás - No ejercemos el poder de elegir, o lo hacemos siempre sobre los mismos errores - No vivimos la vida que quisiéramos, sino la que nos toca - No somos realistas, buscamos cambios imposibles que nos llevan a engaños y de esta forma nos justificamos- Nos volvemos perezosos crónicos.




¡ No más AUTO COMPASIÓN... es hora de evolucionar !