¿Existen o no?
¿Hacen milagros o son coincidencias?
¿Se los puede observar?
Debo mencionar que cada uno ya tiene su propia conclusión al respecto, al igual que yo, pero deseo plantear algunas circunstancias que a lo largo de nuestro diario vivir se nos presentan y que sin darnos cuenta, parte de las respuestas se encuentran allí.
Cada día mucha gente se pone en oración y pide la protección por parte de miles de ángeles para que todo lo malo se aleje y para que nada afecte sus vidas. Créanme, cada petición es escuchada y concedida. No te has dado cuenta, pero cada día existen ángeles guardianes que te acompañan, y más allá de lo místico, debo decir que aquí en nuestro propio mundo los ángeles si existen.
Para esto comentaré algunas circunstancias que podrán explicar en parte mis preguntas iníciales.
Por ejemplo... estás caminando por algún lugar solitario... a altas horas de la noche y de pronto sientes los pasos apresurados de alguien que te sigue. Tú por el nerviosismo del momento lo único que tiendes a hacer es acelerar más tus pasos para salir de ese apuro... de pronto, en la esquina te encuentras con... que casualmente te necesitaba para consultarte algo.
No sabes cómo agradecer a tu amigo el haberte librado de una posible tragedia.
Cuántas veces alguien se ha encontrado deprimido por... y hasta a llegado a pensar en quitarse la vida, pero allí justo aparece alguien que ni siquiera conoce, que sin preguntar nada empieza a conversar, le da el consejo más grande de la vida... y lo salva.
Tu capacidad de ayudar a los demás está en proporción directa a la grandeza de tu corazón y a la nobleza de tus sentimientos; de igual manera, a medida que te esfuerces por compartir, dar y ser solidario, crece tu ser interior, eres mejor persona, más humana y feliz.
Cada uno de nosotros elegimos qué ser ante alguna situación, de pronto somos ángeles...
Haz el bien y no mires a quien... no esperes ninguna recompensa... elige ser un ángel y... quiza otro ángel algún día venga en tu ayuda...
Una noche de tormenta, hace ya bastantes años, un matrimonio mayor entró en la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia. Se aproximaron al mostrador y preguntaron: "¿Puede darnos una habitación?".
El empleado, un hombre atento y de movimientos rápidos, les dijo: "Lo siento de verdad, pero hoy se celebran tres convenciones simultáneas en la ciudad. Todas nuestras habitaciones y las de los demás hoteles cercanos están ocupadas.” El matrimonio manifestó discretamente su agobio, pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo tan horroroso pudieran encontrar dónde pasar la noche. El empleado entonces les dijo: "Miren..., no puedo dejarles marchar sin más con este aguacero. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré con el sillón de la oficina, pues tengo que estar toda la noche pendiente de lo que pase.”
El matrimonio rechazó el ofrecimiento, pues les parecía abusar de la cortesía de aquel hombre. Pero el empleado insistió con cordialidad y finalmente ocuparon su habitación. A la mañana siguiente, al pagar la estancia, aquel hombre dijo al empleado: "Usted es el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel. Quizás algún día construya uno para devolverle el favor que hoy nos ha hecho". Él tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente.
Pasados dos años, recibió una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un billete de ida y vuelta a New York, con la petición expresa de que por favor acudiese. Con cierta curiosidad, aceptó el ofrecimiento. Después de un breve recorrido, el hombre mayor le condujo hasta la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34, señaló un imponente edificio con fachada de piedra rojiza y le dijo: "Este es el hotel que estoy construyendo para usted". El empleado le miró con asombro: "¿Es una broma, verdad?". "Puedo asegurarle que no", le contestó.
Así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente, de nombre George C. Boldt.
No hay comentarios:
Publicar un comentario