Todos en
nuestra vida cotidiana tenemos grandes o pequeños problemas que hay que ir
solucionando sobre la marcha, para algunos resultan normales, no suponen un mayor esfuerzo,
son molestos y... hay que enfrentarlos.
Sin embargo, para otras personas estos
problemas se convierten en un muro de difícil acceso y alargan la resolución
con tal de no pasarlo mal.
A menudo
puede ocurrir que un problema que dejamos pasar hoy, dentro de una semana es
mucho más grave y más difícil, con lo cuál, el miedo a enfrentarnos a él es
mayor y las dificultades también.
Pasividad:
Un Círculo Vicioso
La
pasividad puede darse en diferentes grados, es posible que con frecuencia
aplacemos determinadas actividades, o bien, que existan actividades que
aplazamos de forma permanente, e incluso, en los casos más graves, puede
convertirse en un estilo de vida donde realizar la más insignificante actividad
se convierte en un suplicio. Esta es una característica importante de la
Depresión, donde la persona no consigue movilizarse o motivarse para realizar
ninguna actividad por gratificante que sea.
Sea cual
sea el grado, la inactividad puede llevarnos a un círculo vicioso de difícil
salida:
De modo
que, no hacer nada nos hace sentirnos inútiles, tristes, y por último hace que
no nos apetezca hacer nada y así sucesivamente.
Cuanto
menos cosas hacemos, menos nos apetece hacer y más tristes e inútiles nos
sentimos.
Cuanto más
nos metemos en el círculo y más tiempo mantenemos una situación de inactividad,
más difícil será salir de él porque con el tiempo, la persona va perdiendo sus
contactos: cada vez sale menos, pierde amigos, puede perder su trabajo e
incluso su pareja.
Por
todo ello, es importante cuanto antes romper el círculo al primer signo de
pasividad.
Rompe el
Círculo Vicioso = Decídete
Para romper
el círculo vicioso hay que acabar con el aplazamiento y la inactividad y para
eso solo es necesario comenzar con pequeños, pero valiosos pasos:
Comprometerse firmemente con uno mismo y reconocer la
necesidad de ayudarse. Responsabilizarse del cambio propio y trabajar para
ello.
Valorar las actividades que sí se
realizan. Lo más frecuente es que la inactividad no sea total, generalmente
hacemos cosas aunque no las valoramos.
Realizar un horario. Una buena idea es
realizar un horario semanal. Primero pondremos las horas que ya tenemos
ocupadas con actividades y después iremos progresivamente haciendo pequeños
pasos. Es decir, la primera semana ocuparemos dos horas más con alguna
actividad divertida que hacíamos antes y que ya hemos abandonado. Al final de
la semana, si hemos cumplido el objetivo nos felicitamos por ello y podemos
añadir alguna actividad más.
No
aplazar ninguna actividad que quiera o tenga que hacer. Es importante
recordar que las excusas y los “peros” nos llevan a que cada vez nos apetezca
menos hacer las cosas impidiendo que podamos salir del círculo vicioso. Si
realmente cuesta mucho realizar alguna actividad se puede dividir la tarea en
tareas más pequeñas y realizar solo una parte.
Detectar los pensamientos negativos.
Antes de realizar alguna actividad es posible que algunos pensamientos
negativos nos frenen: “no voy a poder”, “es absurdo intentarlo porque nada
puede hacer que mi situación mejore”,” todo es inútil”, etc. Si nos dejamos
llevar por estos pensamientos no conseguiremos romper el círculo. Al
detectarlo, solo tenemos que tratar de cambiarlos por otros pensamientos más
ajustados a la realidad: “es mejor intentarlo que quedarme con las ganas”,
“antes me gustaba, ahora seguro que también, solo tengo que probar”, etc.
Siguiendo
estos pasos, es probable que comience a hacer cosas gratificantes que te van a
proporcionar satisfacción, y esto va a ayudar a mejorar tu estado de ánimo, lo
que va a facilitar que realices más actividades consiguiendo así romper el
círculo vicioso.
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