No hay
regalo más bello que aquel que nace del alma, ese que está hecho con tu esencia
y que brota de tu corazón.
A todos mis
lectores les envío éste regalo, en cualquier momento de la vida les será de
gran utilidad, consérvelo muy cerca, es
un Anillo... y en su
interior están gravadas tres palabras, recuérdelas por siempre, en los buenos y en los malos momentos y no
las olvides jamás.
Con este
regalo quiero transmitirles mi esencia...
alegrar a alguien... ofrecer mi apoyo a quien lo necesite... pedir
perdón a quien haya ofendido... entregar un " te quiero" a quien lo
desee recibir, compartir felicidad y
darles las gracias por tanto que he recibido de ustedes.
El Anillo
Sobre la
colina de un lejano reino se hallaba un castillo, donde el Rey ejercía su labor
y administraba la comarca. Y aunque poseía fama de justo y se le reconocía
generosidad y grandeza, sin embargo, era de todos sabido que tenía un gran
problema; el Rey se había desconectado de su propio centro interior y no
lograba poseer la llave del equilibrio y de la paz perfecta.
Sucedía que
su reino bien sufría grandes sequías o
bien disfrutaba de generosas cosechas. Y el Rey no podía evitar la negatividad
y la amargura en los momentos dificiles, ni la arrogante exaltación en los
ciclos de riqueza. Debido a ello, el Monarca mantenía en el fondo de su corazón
una obstinada búsqueda, la búsqueda de la ecuanimidad perfecta.
Un día de
sol el Rey se disponía a pronunciar la declaración más importante de su vida, y
para tan fausto motivo convocaba a todos aquellos embajadores y viajeros que
tuvieran "oídos para oír".
El bando
decía así: "Su majestad el Rey invita a todos y cada uno de sus súbditos a
construir un anillo para el dedo real. Se tratará de un anillo tan especial que
en su misma forma deberá inspirar en su portador, tanto la moderación y
sensatez en los tiempos de grandeza, como la confianza y la esperanza en los
tiempos de escasez y nieblas espesas. De esta forma, su majestad alcanzará un
equilibrio tal, que está dispuesto a ceder a cambio, la mitad de su
reino".
Con el paso
del tiempo, fueron llegando a palacio diferentes orfebres que, esperanzados
presentaban el anillo mágico por ellos realizado, de manera que el monarca
pudiera comprobar el alcance de su poder. Sin embargo, aunque había piezas de
extraordinaria intención y belleza, nadie conseguía equilibrar la marea
emocional que su majestad padecía.
Un día,
aparentemente como todos, se presentó en la Corte un caminante con porte de
guerrero, alma de sacerdote y palabra de mago. Pronto, se supo que el recién
llegado portaba el anillo que solicitaba su Majestad. Visto lo cual, las
puertas del palacio se abrieron de nuevo para acceder a la Real Presencia.
"Majestad"-
dijo el recién llegado. -"He construido el anillo que podréis mirar en los
momentos de máxima intensidad, tanto de pena como de gloria y, que sin duda, os
ayudará a recordar lo que deseáis. Tomad"- dijo entregando su obra.
El Rey tomó
el pequeño objeto envuelto en terciopelo púrpura y lo observó con una
curiosidad no exenta de cierta desconfianza. Al contemplarlo, su rostro se
iluminó y sonrió complacido.
Llevantado
la mano y mostrándolo finalmente a los presentes, dijo: "Como veis, es un
anillo aparentemente como todos, sin embargo en su interior figura una
escondida inscripción que lo hace único y mágico".
"¿Cuál
es?", preguntaron inquietos los presentes.
"Muy
simple", dijo el Rey: "El anillo tiene grabadas tres palabras tan
cargadas de significado que me permitirán recordar la Ley de la Impermanencia.
Estas tres palabras son:
"ESTO TAMBIÉN PASARÁ"
Fuente: Jose Mª
Doria de su libro “Cuentos para Aprender a Aprender”
Felices Fiestas Feliz Navidad |
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