La manera en que
nos comunicamos quizás hasta sea más importante que lo que tenemos que decir.
Cualquier cosa dicha en un mal tono o en el medio de un conflicto perderá
fuerza por más certeza que contengan nuestros argumentos. Quedarnos callados
cuando hay temas sobre los cuales hablar tampoco es la salida más sana, así que
veamos cuáles son los estilos de la comunicación y cuál es el mejor para que
nuestro mensaje llegue fuerte y claro al interlocutor del momento.
La comunicación
agresiva siempre tiene dentro de sí al componente de la manipulación.
Intentaremos salirnos con la nuestra inculcando en el otro diversos
sentimientos ya sean de culpa o miedo. No interesa cómo lo logremos, no hay
lugar para los escrúpulos en este tipo de comunicación, queremos que nos
escuchen y queremos tener beneficios inmediatos. Por supuesto que esta manera
de hacer llegar nuestro mensaje fomentará daños importantes especialmente en
nuestros vínculos más cercanos.
La comunicación
pasiva se basa en complacer a los demás todo el tiempo, sin importar el costo
que eso tenga para nosotros, la meta es evitar el conflicto y encontrar la
aceptación. Evitaremos hablar y preguntar demasiado, lo que se intenta es
mantener todo lo más tranquilo posible. Es como si sintiéramos que es más
seguro no reaccionar jamás antes que decir lo que realmente pensamos y obtener
rechazo del otro lado.
La comunicación
pasivo-agresiva intenta no generar conflicto, pero se suma el componente de la
manipulación. Es una manera un tanto más sutil de lograr lo que queremos pero
de manera tal que no pareciera que estamos ejerciendo ningún tipo de control
sobre la otra persona. Somos los lobos disfrazados de cordero, parecemos
inocentes pero solamente queremos satisfacer nuestros propios deseos y no nos
interesa que el otro se sienta mal a causa de nuestra manipulación.
La comunicación
asertiva es por lejos la manera más efectiva y saludable que tenemos para
comunicarnos con el resto de las personas. Este estilo es el más utilizado por aquellos
quienes disfrutan de una alta autoestima y poseen un elevado sentido de
confianza en sí mismas. ¿Cómo no reaccionar agradablemente hacia alguien que no
tiene miedo de decir lo que quiere pero lo dice de una manera respetuosa y
sensible? Al ser asertivos no solamente estamos pensando en salir victoriosos o
tener la razón siempre, sino que también contemplamos las posibilidades para
que la otra persona también este satisfecha, si ambos podemos salir ganando,
mucho mejor.
Poner en práctica
la asertividad requiere de cuatro pasos fundamentales:
1) Describir lo que nos molesta, enoja,
entristece, de la manera más objetiva posible. Aquí sin entrar en detalles de
cómo nos sentimos ni juicios de valor, ni ataque hacia el otro, nos limitamos a
describir qué es lo que sucedió.
2) Le decimos al otro cómo nos sentimos ante
el hecho anteriormente descripto, no culparemos al otro por cómo nos sentimos,
sino que le diremos cómo esa situación en particular generó determinados
sentimientos en nosotros.
3) Dejaremos en claro cómo nos gustaría que
la persona reaccionara en un futuro ante un evento igual o similar. Es
importante ser específicos y muy explícitos en este punto.
4) Le haremos saber al otro cómo nos
sentiremos ante la respuesta esperada, si ellos comienzan a comportarse como
amablemente le sugerimos nos sentiremos mejor, más seguros, cómodos, etc.
En este tipo de
comunicación nos importa la relación con el otro en cualquier ámbito (laboral,
familiar, sentimental). Somos conscientes de nuestros límites o nuestras
molestias y se lo transmitimos a nuestro interlocutor naturalmente.
Si quieres tener
más control sobre ti mismo y además ser más fiel a lo que sientes y piensas práctica
esta manera de comunicarte, te ayudará a sentir menos enojo, menos culpa y
tener relaciones más satisfactorias.
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