En el lenguaje popular, y creo que todos sabemos que no siempre es preciso, se señala que una persona que "tiene carácter" es porque generalmente tiene "mal carácter", sin matizar que una cosa es disponer de una personalidad definida y un sólido temperamento y otra cosa es ser un maleducado.
El mal genio... el ser agrio... la desconsideración y la pérdida de control en situaciones de presión, son síntomas de una naturaleza desequilibrada y mal educada cuyo efecto sobre los demás suele ser la generación de una tensa y permanente angustia alrededor. Hay algunas personas que creen que los demás le tienen respeto, cuando en realidad lo que están generando es todo lo contrario.
Tener
carácter es ser consecuente con nuestras ideas, principios y valores y estar
dispuestos a defenderlas con pasión, pero... con respeto, teniendo claro que nunca
hay razones absolutas y, si acaso, sólo argumentos propios discutibles. Las
ideas no se imponen, y menos con agresividad y violencia verbal; las ideas se
exponen.
Poseer
carácter es ser capaz de responder a los enigmas, misterios y problemas que la
vida trae consigo a cada paso, recurriendo a lo que ya hemos aprendido y
estando dispuestos a aprender lo que aún nos falta. Es también controlar los
impulsos, dominarse a sí mismo y no ceder a la corriente imperante cuando
nuestras convicciones son firmes.
Tener
carácter es no temer equivocarse, porque el error forma parte del aprendizaje
y, por supuesto, no escudarse en los demás para tomar una decisión que debe ser
propia. O sea: adoptar individualmente las decisiones que atañen a nuestra vida
y ser responsables del resultado de las mismas sea este el que sea.
Y en definitiva... tener carácter es no desmoronarnos en las situaciones más adversas, porque
manteniéndonos firmes y confiados se sale de ellas... algo imposible si nos
entregamos a la desesperación.
Transcribo esta descripción que encontré en Internet, autor anónimo... define muy bien lo que es:
Tener carácter...
Están los
que usan siempre la misma ropa,
están los
que llevan amuletos,
los que
hacen promesas,
los que
imploran mirando al cielo,
los que
creen en supersticiones...
... y están
los que siguen corriendo cuando tiemblan las piernas,
los que siguen
jugando cuando se acaba el aire,
los que
siguen luchando cuando todo parece perdido,
como si
cada vez fuese la ultima vez,
convencidos
de que la vida misma es un desafío.
Sienten
dolor, pero no se quejan,
porque
saben que el dolor pasa,
el sudor se
seca, el cansancio termina.
Pero hay
algo que nunca desaparecerá:
la
satisfacción de haberlo intentado
y entrado
en acción para lograrlo.
En los
cuerpos de unos y otros hay la misma cantidad de músculos,
en sus
venas corre la misma sangre.
Lo que los
hace diferentes es su espíritu.
La
determinación por alcanzar la cima,
una cima a
la que no se llega superando a los demás,
sino
superándose cada día a si mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario