Los seres
humanos tenemos un potencial enorme, que viene “de serie” en nuestra especie.
Al nacer, estamos conectados con éste potencial, pero a medida que vamos
creciendo, nos olvidamos de él. Y a parte de olvidarlo, empezamos a creer
firmemente que somos todo lo contrario: seres limitados, torpes e incapaces.
Empezamos a sentir que hay grandes diferencias entre unos y otros, nos
comparamos, nos infravaloramos, y al final, dejamos de confiar y de sentir por
completo el potencial con el que llegamos al mundo. Nos desconectamos de él.
Esto se
debe a las primeras experiencias de éxito o de fracaso que tenemos de pequeños,
en nuestra infancia, y de los mensajes que recibimos de nuestros padres,
maestros y cuidadores. Sobre todo los mensajes de reconocimiento o de
desaprobación. El niño no se los cuestiona, si lo dicen sus referentes, los
cree sin más, sean buenos o malos. Incorpora esos mensajes sobre si mismo y los
asimila como ciertos y va creciendo con ellos.
Lo que hace
a algunas personas grandes y admirables, es que son conscientes del potencial
que tienen, y por lo tanto, lo utilizan. Se plantean qué es lo que quieren
conseguir en sus días y van por ello.
Empiezan dando un paso, y luego otro... y así, con la mirada fijada siempre en el
objetivo final.
Algunas
veces pueden tropezar con los obstáculos que hay en el camino, pero siempre
retornan a el y con mucho más ganas.
Todos los
seres humanos tenemos éste poder, éste potencial, aunque la mayoría no lo sepan
e incluso lo nieguen. No todos tenemos el nivel de conciencia adecuado para
comprenderlo, pero los afortunados que saben que es así, no dudan en ningún
momento y esa es la razón por la cual siempre obtienen lo que desean.
Debemos ponernos en marcha y empezar a responsabilizarnos de nuestro poder.
Cada cual
con sus deseos y metas, sin dejar de caminar y sin apartar la
mirada de nuestros propósitos.
¡Esa es la forma... seamos conscientes de nuestro poder!
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