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Dicen que... La Envidia es la enfermedad de los Mediocres...

Siempre habrá alguien que no se sienta cómodo cuando nosotros brillamos, alguien que querrá a toda costa quitarnos el trono que con tanto trabajo hemos conseguido, la envidia... es la enfermedad de los mediocres. Sin embargo, nadie esta libre de sentirla en algún momento de sus vidas.

Cuando no nos salen las cosas tal como queremos y vemos que los demás a veces consiguen sin esfuerzo lo que a nosotros nos cuesta tanto o peor, ni siquiera hemos conseguido, podemos sentirnos tentados de caer en esa trampa sin sentido.

 La envidia es un sentimiento normal, pero si nos dejamos llevar por ella, nos convertiremos en seres amargados incapaces de ver ni de apreciar nuestros propios logros.

En primer lugar, no envidies lo que no conoces, porque tú no sabes lo que esa persona ha luchado por ocupar el lugar donde está o qué ha tenido que sacrificar para conseguir lo deseado, quizás tú sin saberlo vivas una vida más plena de lo que esa persona a quien envidias tiene.

Suele suceder que las personas se sienten poco... al ser comparadas con el resto, pero vivir la vida en comparación con los demás es una tarea extenuante. Lo primero que debes hacer es agradecer lo que ya tienes, mirar con sumo cuidado y detalle a tu alrededor y darte cuenta de que ya has sido bendecido con un sin fín de cosas. Aprende a ser agradecido de lo que tienes.

Si en cambio, el envidiado eres tú, ten mucho cuidado con esas personas que se acercan a ti siempre con algo negativo para decirte, siendo sutiles o muy abiertos, pueden tirarte encima los comentarios más disparatados tan sólo para herirte y hacerte dudar de lo maravilloso que tienes.

En una autoestima fuerte no hay lugar para la envidia, no le prestes atención a quien no quiere que demuestres tu potencial y tampoco te engañes admirando lo que los demás poseen, recuerda que no todo lo que brilla es oro.

La Luciérnaga y la Serpiente
"Una serpiente estaba persiguiendo a una luciérnaga. Cuando estaba a punto de comerla, esta le dijo: "Puedo hacerte una pregunta?". La serpiente respondió "En realidad nunca contesto preguntas de mis victimas, pero por ser tú te lo voy a permitir". Entonces la luciérnaga pregunto: "Yo te hice algo?", "No, respondió la serpiente". "Pertenezco a tu cadena alimenticia?", "No, volvió a responder la serpiente". "Entonces, por que me quieres comer?" inquirió el insecto. "Porque no soporto verte brillar", respondió la serpiente.

Ahora cada vez que la envidia se me cruza, me acuerdo de la historia de la luciérnaga y la serpiente!



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