Hoy en día
muchas personas han perdido la costumbre de agradecer... No podemos ni debemos nosotros formar parte de ese número que cada día va en aumento.
Decir GRACIAS... a la vida, a Dios, al Universo, a la gente, a desconocidos, a nosotros mismos, a las
circunstancias,… incluso a un error cometido, a todo lo que de alguna manera
nos fue de utilidad, nos significó un alivio, un placer como una sonrisa... un favor,
una grata sorpresa... y tantas cosas que a diario nos ocurren y que merecen un reconocimiento por parte nuestra con un Gracias!
¿Por qué
será que a muchas personas se les hace cada vez más difícil agradecer?
Pienso que la falla principal en ésta nueva
postura entre nosotros los seres humanos
se basa en la tendencia cada vez mayor de encerrarnos en micro mundos, un grave error... de ese modo las personas nos
vamos aislando del entorno en forma casi instintiva, y donde antes era lo más
normal entregarse en gestos interactivos generosos, amorosos, atentos, de
consideración a las necesidades del otro, buscando complacerlo, … ahora lo que
hay es distancia, indiferencia, tendencias egoístas, y de una preocupante
desconfianza entre todos que cada vez nos aleja más.
Cuando nos
detenemos a pensar un poco sobre el comportamiento de algunas personas nos
cuesta entender su visión de creer que se merecen todo por el sólo hecho de ser
ellos, pero, y los demás?
Si nos
detenemos a pensar, a lo largo de nuestros días existen alrededor nuestro una
variedad significativa de detalles que merecen un agradecimiento y
reconocimiento.
Cuando
decimos GRACIAS desde lo más íntimo, de un modo natural y auténtico, estamos
reconociendo al otro el favor que nos ha generado en nuestras vidas, ya sea
desde detalles pequeños como también en orbitas importantes de nuestra
existencia, la persona HIZO ALGO A FAVOR NUESTRO, aportó en nuestras vidas un
cambio, apuntando exclusivamente a nuestro interés y beneficio.
Podemos
poner miles de ejemplos, de circunstancias que nos suceden no solo en el hogar
sino también en el diario trajín afuera del mismo: palabras amables de personas
extrañas, gestos y frases de cortesía intercambiados en una simple compra con
los empleados de un local, una puerta que nos sostienen en un lugar público
esperando para que podamos entrar, cuando algo se nos cae en la calle y alguien
nos lo levanta con una sonrisa, un detalle amoroso y comprensivo de un
compañero de trabajo considerando nuestro cansancio, o mal día... , actitudes
complacientes o incluso hasta simples gestos de educación que solo reflejan
respeto y consideración a nuestra persona. Se puede seguir en una lista larga
de infinitas situaciones (bastante más frecuentes de lo que creemos) y que en
el fondo solo apuntan a que si tuviéramos una postura sana y complacida,
saldría de un modo natural y espontáneo la palabra GRACIAS.
Ahora
ingenuamente me pregunto: qué pasaría realmente en las dinámicas sociales, en
el roce entre todos (tanto en ambientes familiares como laborales) si dijéramos
GRACIAS… teniendo en cuenta lo que acabamos de reconocer: la alta frecuencia
con que la que todos podríamos estar diciéndolo... ¡a diario!...
¿Cómo nos
sentiríamos no solo diciéndolo sino recibiéndolo de los demás?
¿Qué tipo
de ambiente se generaría en nuestro entorno, qué energía flotaría en el aire entre
todos?
¿Qué
ganamos y qué perdemos?
La
respuesta es obvia, la siguiente pregunta entonces sería: ¿por qué no lo
hacemos si sabemos las consecuencias? ¿ Por qué no tener entonces una vida
interactiva más generosa con el otro y agradecida al mismo tiempo?
Es verdad
que con el tiempo se han perdido muchas cosas, entre ellas normas básicas de
educación y trato con los demás.
En tiempos
pasados (sin irnos muy lejos) se nos había enseñado que era una regla social
asumida por todos el saber decir “gracias” ante ciertos gestos amables y
generosos de los demás.
Y es cierto
que junto con el perderse esa “costumbre formada”, en ciertos aspectos hasta
impuesta por una simple regla de educación social... también se fue generando
entre todos un distanciamiento que evidencia una desagradable indiferencia que
nos vuelve cada vez más ajenos e insensibles unos de otros.
Hemos
llegado incluso a tristes casos en donde se ve con dolorosa claridad, que uno
hace demasiado por otro o por muchos y los demás simplemente parecen no
enterarse, ni valorarlo, y por lógica ni reconocerlo y menos aún agradecerlo.
Más allá de
lo injusto de la situación, de lo inapropiado, de lo doloroso, o
desconsiderado, están las consecuencias obvias: la indiferencia, la frialdad,
la distancia y el aislamiento social.
Decir
gracias es una forma básica de amar. Cuando valoramos y respetamos cada gesto
amable del otro hacia nosotros estamos dándole sentido a su esfuerzo puesto en
nuestra persona. Estamos motivándolo a que continúe en posturas igual de
amorosas con los demás, estamos aplaudiéndolo en sus gestos constructivos y
generosos, estamos aportando a su crecimiento personal, a que se sienta re
significado ante los otros, que sepa que lo mucho o lo poco que hizo valió
demasiado para otro, se le enseña el camino correcto para que lo repita mañana,
con nosotros o con otros, le estamos ayudando en su autoestima, acercándonos a
él, y no alejándonos... le estamos abrazando con una sola palabra.
Decir
GRACIAS tiene demasiado que ver con unir, construir, motivar, amar.... como
para estar jugando a los distraídos. Y si no pruébalo, comienza hoy mismo, dile
gracias a cualquier detalle de tu entorno que otro haga por ti, intenta
iniciarte en lo más difícil: captar esos elementos muy puntuales y sutiles que
de tan simples a veces no los vemos... y cuando percibas que esa persona pensó
en ti, dile GRACIAS... y completa la palabra con un gesto auténtico de
gratitud, complacencia y retribución.
Porque como ya está dicho y comprobado,
lo que damos vuelve con creces, y si una postura sincera de apertura al otro
reconociéndolo y valorándolo le sirve a él mismo, ...imagínate el resultado
final en tu propia vida a largo plazo. Si puedes facilitar un entorno de
sonrisas no dudes en hacerlo porque serás el primer beneficiado. Es un simple
movimiento que logrará demasiados cambios en tus logros futuros personales y profesionales... y por supuesto en el de los demás.
Este tema de Violeta Parra, poeta Chilena, que canta MercedesSosa encierra tanto ... ponle música, taraléalo ... Gracias a la Vida...
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me dio dos
luceros que cuando los abro
Perfecto
distingo lo negro del blanco
Y en el
alto cielo su fondo estrellado
Y en las
multitudes el hombre que yo amo
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me ha dado
el oído que en todo su ancho
Graba noche
y día grillos y canarios
Martirios,
turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz
tan tierna de mi bien amado
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me ha dado
el sonido y el abecedario
Con él, las
palabras que pienso y declaro
Madre,
amigo, hermano
Y luz
alumbrando la ruta del alma del que estoy amando
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me ha dado
la marcha de mis pies cansados
Con ellos
anduve ciudades y charcos
Playas y
desiertos, montañas y llanos
Y la casa
tuya, tu calle y tu patio
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me dio el
corazón que agita su marco
Cuando miro
el fruto del cerebro humano
Cuando miro
el bueno tan lejos del malo
Cuando miro
el fondo de tus ojos claros
Gracias a
la vida que me ha dado tanto
Me ha dado
la risa y me ha dado el llanto
Así yo
distingo dicha de quebranto
Los dos
materiales que forman mi canto
Y el canto
de ustedes que es el mismo canto
Y el canto
de todos que es mi propio canto
1 comentario:
Siempre les he enseñado a mis hijos que un Gracias nunca sobra y que es "gratis" y fácil de decir.
Me ha gustado tu post. Felicidades
Un beso
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