Cuanto más estables estamos en nuestra autoestima, más
emanamos lo que realmente somos, sentimos una profunda sensación de
satisfacción y estamos felices de ser lo que somos, tal y como seamos.
La
autoestima viene cuando realmente nos valoramos, y cuando sentimos nuestro
propio valor los demás también nos valoran. Cuando no nos valoramos a nosotros
mismos, ¿cómo podemos esperar que los demás nos valoren?, si continuamente nos
rebajamos, pensando y diciendo “no soy bueno” o “no soy capaz”, quienes
escuchen esto empezarán a creerlo.
Así que, ¿qué deberíamos hacer?, la palabra
clave es “conciencia”, a medida que nos volvemos más conscientes, más alertas a
nivel espiritual, empezamos a estar en posición de valorar nuestra vida, el
efecto de esto es que empezamos a valorar a los demás, comprendiendo que todos
tienen su propia posición, ni más alta ni más baja, simplemente diferente. La
singularidad de cada uno tiene su valor y cuando reconocemos el valor del ser,
desarrollamos confianza en nosotros mismos.
Del mismo
modo, en todos los ámbitos de la vida, el secreto está en el equilibrio...
El
equilibrio para un ser humano significa tener un ritmo de vida armonioso de
moderación, regularidad, actividad... descanso...
Por ejemplo: cuando hablamos de humildad, para no caer en el ego o arrogancia, es
importante poner de presente que cuando somos demasiado humildes caemos en el
defecto de la sumisión y la docilidad, por ello es de suma importancia cuidar
del equilibrio autoestima – humildad, virtudes imprescindibles para vivir en
paz.
Generalmente,
basamos la propia estima en identificarnos con aspectos superficiales de la
existencia: aspecto físico, género, éxito profesional, inteligencia, estatus
social, nacionalidad, raza, etc. Con tal identificación superficial, nunca
conseguiremos un sentimiento estable de autoestima, porque las opiniones de las
personas cambian, y así, acabaremos fluctuando todo el tiempo, sintiéndonos
felices cuando nos dicen cosas buenas, y sintiéndonos tristes cuando nos dicen
cosas negativas.
Les
comparto una bella oración que escribió
Paramahansa
Yogananda:
"Que
con las alas equilibras de la vida recta,
pueda yo
ascender hasta las regiones purificadas
de las
claras percepciones de Tí.
Me elevaré
por encima de todas las tormentas
del dolor,
hasta las alturas de Tu celestial
nido de
águilas.
¡Señor,
hazme tu águila del desarrollo espiritual!"
Fuente: Tomado de un escrito de Elsa Fries.
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