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viernes

Cuando hay que tomar decisiones... Hay que soltar lo que no sirve para poder avanzar


Muchas veces no somos conscientes  de la gran carga que llevamos sobre nuestros hombros, provocada por el apego al pasado. Liberarnos del apego del pasado es mucho más que olvidarnos de las cosas tristes que nos sucedieron, significa hacer una nueva relación con todos los recuerdos que guardamos, significa comprender que sólo tenemos experiencias y que en el ahora existe la posibilidad de experimentar otras nuevas, diferentes a las anteriores.  La vida es siempre nueva cada día, todo es nuevo, como un río que fluye y que nunca llevará la misma agua dos veces. 

Aceptar esto nos hará libres para volar a donde queramos, pues cargar con el peso del pasado limita todas nuestras actividades y logros. 


Los dos sacos...

Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales cargaba dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: "Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado". El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron que era lo que llevaba en sus sacos, él respondió: "En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho, las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo el mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos".

Al preguntar al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: "El saco que llevo al frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco "lejos de ser una carga" me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese caso, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto"...

jueves

¿Sabes cual es la CLAVE para llegar a los objetivos que te planteas?

La COMUNICACIÓN... Sí, con letras mayúsculas!






La comunicación efectiva es una competencia esencial en las relaciones humanas...  y en el funcionamiento y logro de objetivos tanto en nuestra vida personal como en las empresas.

Casi todos, personas del común... empresarios y ejecutivos  se quejan de una mala comunicación; sin embargo, tienen poca claridad respecto a cómo mejorarla y casi siempre cometen los mismos errores que critican en los demás. 

Estas cinco acciones se pueden implementar para mejorar la comunicación, tanto en el campo de las relaciones humanas como  al interior de las organizaciones.

1. Crear relaciones comprometidas. La falta de comunicación entre las personas y en las empresas se debe en gran medida a una falta de relación sincera entre ellas. Cuando las personas no tienen ese tipo de  relación, evitan acercarse a otros para comunicarles sus observaciones y, cuando lo hacen, estas no son bien recibidas.

2. Establecer una comunicación directa con responsabilidad. La comunicación entre individuos es a menudo inauténtica. Las personas tienden a retener su comunicación o comunicar todo sin mucha reflexión acerca de lo que están diciendo (decirle a los demás todo lo que piensan y sienten). Tanto la comunicación retenida como la comunicación irresponsable dañan las relaciones y la organización.

3. Hablar con el propósito de lograr resultados. A menudo la comunicación entre las personas en general,  la familia, y  en las empresas está repleta de juicios, opiniones y críticas,  lo cual es visible sobre todo en las reuniones empresariales, donde todo mundo opina pero existen pocas conclusiones, acuerdos y compromisos. La comunicación que genera resultados involucra solicitudes y promesas específicas y medibles; es decir, para una fecha exacta.

4. Ser justo en la retroalimentación. Los líderes y las personas, en general, tienden a hablar de lo que está mal, corrigiendo todo el tiempo a los demás. Hablar solo de lo que está mal es injusto e inefectivo porque las personas hacen muchas más cosas bien que mal y  también porque hablar únicamente de lo que está mal genera rechazo y daña las relaciones. Una manera más efectiva de comunicarse con los demás es hablar primero acerca de lo que sí está funcionando (reconocerlos) y después mencionar aquello que requiere corrección o modificación.

5. Crear conversaciones que generen valor en lugar de desperdicio. Una conversación que genera valor, busca encontrar el punto de alineación, definir y tomar acciones sobre este lugar o punto, revisar el resultado obtenido de dichas acciones y ajustar el proceso en busca de una mejora y aprendizaje continuos.   


Seguir estas cinco pautas constantemente nos ayudará a asegurar que nuestra comunicación y la de los demás, genere el tipo de resultados que buscamos. Para lograrlo hay que comenzar con uno mismo, siendo coherente en lo que se dice y en lo que se hace, empezando con la célula de la sociedad... La familia!. 

Fuente: Algunos  apartes del artículo publicado por Eduardo Lan, consultor y conferencista en temas de liderazgo, renovación cultural, transformación organizacional y clima laboral, en la revista Alto Nivel. 

miércoles

Los ángeles nos ayudan a eliminar las preocupaciones

Cuantas veces nos sentimos sumidos en preocupaciones, y otras tantas creemos que no podremos salir de ellas... ¡Eso no es cierto! 

A mis lectores les  comparto un artículo escrito por Martha Muñoz Lozada, Terapeuta en Sanación y Canalización con Arcángeles, quien nos propone una forma para ayudarnos a eliminar las preocupaciones...



Publicado en el Diario La Nación de Neiva (Huila, Colombia) el 10 de Junio de 2012.

“La preocupación se asemeja a una silla mecedora: te mantiene ocupado, pero no te conduce a ningún lado”. Leí en una publicación de una amiga en las redes sociales y me pareció excelente analogía para empezar la reflexión del día de hoy. Hemos hecho de la preocupación casi un hábito, un modo de vivir y mi objetivo hoy es recordarte que la mayoría de las veces nos angustiamos por cosas que ni suceden aún, como si nos mantuviéramos al acecho de algo negativo. Además, cuando ya estamos en medio del problema, olvidamos que no importa lo complicado de una circunstancia, Dios sabe siempre como resolverla.


Está claro que la preocupación para nada sirve. Es más, produce malestar e invita a otra cantidad de reacciones en cadena como el nerviosismo, ansiedad, tensión y enojo entre otras, que conllevan al deterioro de tus relaciones personales y a dificultades de salud que pueden fluctuar entre migraña, estrés, insomnio, calvicie, dolores musculares y problemas estomacales de toda índole.

Quien permanece preocupado, difícilmente escucha la guía en su interior porque aparte de que se llena de desconfianza y zozobra, se desconecta de si mismo, sumergiéndose en su propio caos y perdiendo la habilidad para ver la “película” completa desde un ángulo exterior.

Los ángeles pueden ayudarte a hacer conciencia de esas cuestiones por las que innecesariamente te angustias a veces y que al final descubres que no revestían tal gravedad, pero que por el contrario si desperdician tu energía vital y tiempo. Además, tu equipo de apoyo celestial te orienta con soluciones creativas para las situaciones que a diario encaras.

La luz y el amor del Padre no tienen limitaciones. Analiza y acuérdate de cuantas veces te has dicho: “¡si yo hubiera sabido que esto se iba remediar de esta forma!”. ¿Cuánto sufrimiento te hubieras evitado, verdad?. Podría contar muchas historias de mi cotidianidad (pero estoy segura que tu también las tienes) en donde he aprendido que para todo siempre hay una solución. Eventos que se ven “imposibles” de resolver, dan un giro inesperado con resultados espectaculares, en donde todo el mundo gana.

Así que no te enredes en tu telaraña de angustias, ni te ahogues en tu propio vaso. Despréndete del drama y la tragedia. Ahórrate el dolor y pide aprender desde el amor. Tampoco te enganches con los problemas ajenos. No confundas preocupación con mostrar interés. La solidaridad nada tiene que ver con angustiarse con las dificultades de las otras personas, sino con apoyarnos y recordarnos que no estamos solos.

Mantente positivo

No te quejes ni te repitas más lo duro que te está tocando, ya que cuando el nivel de preocupación te sobrepasa, lo exteriorizas en tu cuerpo físico y caes en cuadros clínicos. Comprende que la ansiedad aparte de desmejorar tu salud, va creando una especie de jaula que te atrapa. Lo que no te das cuenta es que te conviertes en prisionero y en tu propio carcelero a la vez.  Los barrotes son literal energía de miedo que se desvanece en la medida en que tomas poder de ti mismo, confiando en la magnificencia de Dios que todo lo puede.

Entrega

Deslígate de los problemas y entrégaselos a Dios. En el universo todo tiene un orden. No olvides dar tu permiso para que los ángeles te asistan. Literalmente visualiza que pones todas tus preocupaciones en un empaque y lo envías al cielo, como si hicieras una encomienda.  No tengas ideas fijas de la manera en que tus problemas se pueden solucionar ni pongas condicionamientos.  Para esta labor, y aunque todos los ángeles son en esencia mensajeros, invoca al arcángel Sandalfón. Este bello ser de luz es el encargado de la logística celestial y transmite a Dios todas las plegarias de los seres humanos para que sean contestadas.

Ora

Desde niña siempre he escuchado: ante la preocupación, orar la mejor opción. Para recobrar la serenidad ora a Dios y apóyate en los arcángeles Rafael y Haniel. Respira profundo varias veces, pide también a tus ángeles de la guarda que te rodeen con su energía amorosa y te alivien del estrés y en tu mente o en voz alta expresa algo como: “Dame Señor tu visión de amor, quiero ver esto de otra forma, porque aún no consigo entender con mi mente humana la manera cómo se puede resolver esta situación. Ayúdame a desprenderme de la angustia que me provoca, envíame ángeles adicionales para tranquilizar mi espíritu, para despojarme de mi ego, ampliar mi comprensión e interpretar tus señales. Gracias porque sé que me escuchas y contigo descanso en paz. Amén”.

Ayúdate

Déjale a Dios tu angustia y tú, mejor encárgate de generar armonía en tu interior, llevando equilibrio a tu cuerpo, mente y espíritu. ¿Cómo lo puedes lograr? De muchas maneras, por ejemplo puedes hacer polo a tierra con actividades físicas que te gusten como el arte o el deporte; pinta, canta, teje, trota, monta bicicleta, camina, ve un rato al gimnasio o haz como yo que bailo para literalmente sudar las preocupaciones ya que el cuerpo emocional está asociado con el elemento agua.

Utiliza la música como fuente de relajación, escucha melodías suaves y sanadoras de autores clásicos como Mozart o Beethoven o de la nueva era como Enya o Deva Premal. En el internet encuentras mucho de esto. Además, haz un poco de esfuerzo y pon en tu mente un pensamiento, y en tu rostro una sonrisa que te hagan sentir ligeramente mejor, evocando una imagen, un recuerdo chistoso, algo que te anime.

Dos sugerencias importantes: se muy agradecido y no te lleves a la cama ninguna dificultad. No permitas que la ansiedad te robe el sueño. No te quedes dormido centrando tu atención en tus problemas porque te despiertas al día siguiente pensando en lo mismo. En lugar de contar ovejas, mejor haz un balance de todos los motivos por los que tienes que dar gracias.

Te comparto una anécdota: alguna vez que iba manejando y me sentía un poco angustiada (no recuerdo bien el motivo), invoqué a los ángeles y seguí concentrada conduciendo. Al rato,  me pusieron en mi mente una imagen de algo más bien embarazoso que me había ocurrido tiempo atrás. Aunque aparentemente no tenía nada de gracioso, me mostraron otro enfoque de la misma escena y en menos de nada me encontré riéndome a carcajadas, solita en el carro, que hasta yo creo, las personas que me vieron pensaron que francamente me había enloquecido. ¡Qué terapia! Así son los ángeles de hermosos y divertidos.

Los problemas también se acaban. Cualquier ciclo por difícil que se muestre tiene su fin y condiciones mejores siempre llegan. Hay mucha ayuda espiritual disponible, no hay que sufrir en silencio. A todos nos calienta el mismo sol, nos alumbra la misma luna, nos cobija el mismo cielo y nos protege el mismo Padre amoroso que no desampara a ninguno de sus amados hijos. Si continuamente mantienes a Dios y a los ángeles en tu corazón y mente, como quien tiene una cita diaria, un compromiso infaltable, nada perturbará tu interior.

Elijo a Dios y deseo su paz en tu corazón.

 Martha Muñoz Losada



Los ángeles tienen como misión brindar ayuda a todos los hombres y mujeres de la tierra, para que nuestro corazón se encienda más en el Amor a Dios.  Los ángeles fueron creados por El,  disponen de privilegios y poderes superiores a los seres humanos, están próximos a Dios, y mientras exista el Universo, su existencia es permanente.  Su destino es protegernos... y ser un bálsamo para nuestra vida. 
Invócalos y siente todo su amor, su poder y su fuerza en tu vida. 

lunes

Elegir perdonar... es mejor que andar por la vida guardando rencores y resentimientos


Una de las cosas que  muchas personas  todavía  hoy  no se  acostumbran  es a saber decir que: "lo sienten" y ser capaces  de  pedir perdón y/o de perdonar. 
Es la base de la mayoría de los conflictos... la falta de saber  perdonar y la falta de saber pedir perdón.

¿Qué implica el perdonar? Sencillamente a no tener más en cuenta la ofensa bajo ninguna circunstancia... es decir, renunciar a conservar la ofensa en el corazón y renunciar a toda venganza.
Perdonar es una expresión del verdadero amor, es una renuncia al yo (ego) herido. 
Y... pedir perdón es una obligación si queremos restaurar una relación. Pedir perdón es señal de humildad pero también de fortaleza, porque nos despojamos de nuestro orgullo, más nunca deberá ser una excusa para seguir haciendo siempre lo mismo.   

Es por eso que quizá una de las frases más estúpidas que se oye es que: "amar significa no tener que decir  nunca lo siento". Estas diez palabras sin duda alguna, son totalmente imprescindibles en cualquiera que sea la relación de amor que se mantiene. Se tienen que pronunciar muy a menudo con la pareja, con un herman@, con un amigo, con un compañer@ de trabajo  y hasta con un simple conocido. 

Es por eso que no nos debería suponer tanto esfuerzo el pronunciar frases tales como: “por favor perdóname”, “lo siento me equivoqué”, “espero que me disculpes” etc.
El perdón es sin duda un remedio necesario para evitar vivir en constante cólera y resentimiento, algo que sin duda alguna, haría nuestra vida muy miserable y dura por la constante sensación de necesidad de venganza hacia la persona o personas que nos han agraviado.

Es importante saber evitar este círculo vicioso en el que una vez  hemos entrado, resulta bastante complicado salir, ya que lo único que se consigue es entrar en una situación de constante amargura.

Con el perdón lo que se consigue es dejar atrás esa situación dolorosa y avanzar hacia un futuro más halagüeño, o por lo menos un futuro sin resentimiento perpetuo.

En ocasiones quizá nos cuesta más admitir un perdón cuando  vemos que no es en ningún caso sincero.
Quizá en ciertas situaciones de nuestra vida las palabras “perdón” o “lo siento” han sido pluriempleadas en muy diversas ocasiones, lo que nos lleva a pensar si realmente en todas ellas era así o se han convertido en un comodín.

En otros casos la "ceguera" nos impide ser objetivos y no nos permite ver nuestro error, lo que nos lleva a prolongar la situación de malestar por no ser capaces de ver la viga en el ojo propio y sí ver la paja en ojo ajeno.

Y en casos ya más extremos, es el propio orgullo el que nos impide dar nuestro brazo a torcer y admitir nuestro error a la vez que pedimos una disculpa a la persona que hemos ofendido..

Estamos inmersos en un juego en que constantemente enviamos mensajes, unos más complejos que otros, en los que transmitimos nuestras intenciones o deseos de complacer u ofender a otra persona, de hacer el amor o la guerra, o de acercarnos o en su defecto alejarnos de esa persona.
Lo que sí que esta claro es que el roce diario con las personas nos lleva a conocer muy detalladamente los puntos débiles de quienes nos rodean.
Ya sea para bien o para mal siempre sabemos cómo y dónde están esos puntos más sensibles con los que hacer reaccionar a la otra persona.
Evitemos pues alargar esos malos ratos que todos pasamos y tratemos de tener un poco de empatía, para así conseguir el punto de vista del otro, desde donde abandonar la tendencia tan extendida hoy en día,  de culpar de todo a los demás... Y así ser capaces de asumir nuestras propias responsabilidades.

Fuente: Tomado de un artículo de Juana Laura Moretti 

Me pregunto muchas veces... ¿Por qué no he vuelto a escribir en mi blog?



Esta no es de ninguna manera una justificación, o tal vez sí....

 Prefiero sea vista como una reflexión personal que quiero hacer pública debido al respeto que siento por mis lectores. Me dirijo a ustedes, porque en sus e-mails y comentarios me preguntan la razón por la cual no he actualizado mi blog con la misma dedicación de antes.

Bueno…  Motivos siempre hay suficientes, pero primero quiero que sepan que para mí, escribir aquí en este blog, es una pasión. Sí, una pasión y muchos de ustedes me entienden. Partamos de eso. Luego viene lo que les decía hace un momento, el asunto del respeto hacia el lector. Si mezclas estos dos ingredientes todo va bien, hasta que llega el día en que inevitablemente se te acaban las historias, las que te sabías, las que de cuando en cuando escuchaste por ahí, o las que te envían por mail. Era una lista bastante grande (de historias curiosas) de las cuales haces un doloroso proceso de selección: descartas unas, publicas otras, ésta te la guardas porque no te convence, o la de más acá te asquea; y en el momento menos pensado te das cuenta de que llevas algunos  años de tu vida dedicado a escribir artículos a gente que no conoces pero que la sientes cercana - algo que me fascina-, y que, sin quererlo, posponiéndolo y consciente de aquello, se iba extinguiendo otra de mis grandes pasiones; la lectura.

En mi sentir… mientras tanto, los libros físicos y digitales seguían amontonándose en el ordenador, en mi mesita de noche y en el escritorio. De vez en cuando les echaba  una ojeada -u hojeada- pero tenías algo más importante que hacer, cuidar de tus lectores, agradecer su fidelidad publicando otro artículo.
Y así empezó: Fue una noche hace algunos meses que empecé a leer nuevamente, leer en serio, como antes;  todo esto, a pesar de ser un deleite, me dejaba con un sabor amargo: ya no podía publicar los artículos (a veces siete) semanales, a los que los tenía acostumbrados. Se fueron distanciando inevitablemente. Traté de publicar por ahí uno semanalmente, hasta que no sé cómo ni por qué, me di cuenta de que por primera vez en la vida de este blog, no había publicado por casi un mes. Y créanlo, me duele.
 Leer es un lujo que necesita de tiempo. Visto de otra forma, es un hobbie que bien puedes darte si eres joven o cuando no tienes que rendir cuentas a nadie. Yo lamentablemente, tenía "un blog que atender".
Puede parecer una broma pero no lo es: Ayer en la noche vi este sitio más abandonado que nunca. Más callado y solo… tan incompleto como un libro al que le faltan muchas páginas por escribir y esperando por ellas. Me dio tristeza porque no se lo merece, por las satisfacciones que me ha dado y por la gente que me ha permitido conocer. Es una culpabilidad que sentí, dejaba en la orilla al amigo que me acompañó durante algún tiempo  de mi vida. (Porque de verdad lo hizo).
Hoy, después de la contrición, regreso a ésta, mi casa de siempre, con alguno que otro artículo o  historia… Ojalá semanalmente. Espero me disculpen...